La colección abrió con la versión más formal de la sastrería que hemos vito en mucho tiempo: referencias a los uniformes escolares se veía en chaquetas de botonadura doble y de colores azules, así como de mangas recortadas y pantalones cortos a juego, un guiño a la vestimenta de los colegios europeos y a una nueva forma de transformar la vestimenta del preppy.
Pero como el efecto Michele no podía faltar, comenzaron a aparecer desfilando alrededor de un enorme péndulo modelos con prendas que se convirtieron en el centro de atención con la pregunta con la que el diseñador creó esta colección: ¿hacia dónde va la moda masculina? una respuesta traducida a través de desafiantes vestidos cortos y blusas que Alessandro retomó de viejas fotografías de su infancia de los años sesenta y setenta, rematados por zapatos escolares de múltiples hebillas y mocasines con borlas.
Sin embargo, esto no terminaba aquí: mensajes en prendas y accesorios también llamaron la atención al verse como una bandera de los temas tabú que los hombres no hablan, como la impotencia sexual.
Más allá de toda la ola de críticas y de opiniones que este show pueda llegar a generar, Alessandro Michele ha regresado a Gucci al calendario de la semana de la moda masculina de Milán para dejar un mensaje claro: los hombres pueden vestirse como quieran.
Imágenes | NOWFashion
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